La Smagliatura (La faille) - Ennio Morricone
En 1975 el realizador alemán Peter Fleischmann dirigía “La smagliatura” también conocida como “La faille”. Con un reparto de lujo, encabezado por Michel Piccoli, Ugo Tognazzi y Mario Adorf, la película estaba basada en una novela de Antoni Samarakis que situaba la acción en la Grecia de la dictadura de los coroneles.
Contaba la historia de Ugo, un operador turístico, que era arrestado en una ciudad de provincias, por ser simpatizante de un político opositor al régimen. Tras ser interrogado, y a pesar de no encontrar pruebas en su contra, el jefe de policía decide trasladarlo a la capital. Quedará bajo la custodia de dos policías, de personalidades muy diferentes, puesto que mientras uno se muestra retorcido y violento el otro parece ser una persona tranquila y comprensiva.
Ugo no se deja impresionar por la conducta intimidatoria de uno ni por el aparente trato amable del otro, al final dos caras de una misma moneda. De esta manera Fleischmann plantea una reflexión en torno al poder y al funcionamiento de lo regímenes totalitarios, acercándonos también al complejo tema del terrorismo de estado y el difícil límite que lo separa de cuestiones como la seguridad ciudadana.
Para acompañar esta compleja historia y las reflexiones que plantea, Ennio Morricone escribe una partitura muy variada, que se mueve entre la música de color dramático y las melodías y texturas más características y sugerentes del compositor italiano.
Utiliza la percusión y los metales para proporcionar un sentido de marcialidad, que nos sitúa en el momento histórico de la dictadura de los coroneles, pero también recurre a dotar a algunos temas de un cierto sonido tradicional griego, que ubica geográficamente la acción.
Entre estos dos extremos el compositor romano nos proporciona un tema central melódico extraordinario. Posee apuntes de jazz y arreglos cercanos a la música ligera, a los que se une la aportación de la magnífica voz de Edda Dell’Orso, un instrumento más manejado con maestría por Morricone, para configurar una música que se reconoce suya desde las primeras notas.
La utilización del piano con un sentido percusivo o la forma en que utiliza los instrumentos de viento, configuran también algunos pasajes que contienen colores musicales característicos del compositor, tanto en temas melódicos como en otros de claro sentido dramático, que anticipan y acompañan el desenlace para la historia y para Ugo, su protagonista.
Se trata por tanto de uno de esos trabajos meticulosos y precisos de Morricone, para una película que se atrevía a denunciar los excesos de las dictaduras y de la represión policial, y que tenía en la banda sonora un aliado indispensable, capaz de conducir la mirada del espectador, aportando lucidez y claridad al interesante discurso que se proponía desde la pantalla.
Juan Ángel Saiz